sábado, 12 de diciembre de 2009

Leyenda Inca "Huathiacuri"

En lo alto de una montaña aparecieron cinco grandes huevos, de uno de los cuales surgió posteriormente Pariaca, padre de Huathiacuri. Éste, que era tan pobre que no tenía medios para cocinar debidamente sus alimentos, tuvo un buen maestro en su padre, del que adquirió mucha sabiduría de la siguiente manera:

Cierto hombre construyó una casa muy singular, con el tejado hecho de plumas amarillas y rojas. Era muy rico y poseía muchas llamas, a causa de lo cual era altamente estimado. Tan grande era su orgullo que llegó a autodenominarse el creador, pero cayó enfermo y, al no poder curarse, su divinidad quedó en entredicho.

Huathiacuri, que en aquel tiempo viajaba por allí, se encontró con dos zorros y escuchó lo que hablaban. Por ellos supo de la existencia del rico y de la causa de su enfermedad y decidió ir a su encuentro. Al llegar a la curiosa casa se encontró a una de las hijas del rico, una jovencita adorable que le habló de la enfermedad de su padre. Huathiacuri, atraído por ella, le dijo que curaría a su padre si ella le daba su amor, pero estaba tan harapiento y sucio que ella lo rechazó, aunque lo llevó ante su padre y le dijo que Huathiacuri había asegurado que lo curaría.

El padre consintió en darle una oportunidad para intentarlo, y así, Huathiacuri comenzó su tratamiento por decirle al enfermo que su esposa le había sido infiel y que sobre su casa se cernían dos serpientes para devorarla y un sapo con dos cabezas. La esposa, indignada, negó la acusación, pero cuando Huathiacuri le recordó algunos detalles y las serpientes y el sapo salieron al descubierto, terminó por confesar su culpa. Finalmente, los reptiles fueron muertos, el hombre se recuperó y su hija se casó con Huathiacuri.

Pero la pobreza y los andrajos de Huathiacuri disgustaban al cuñado de la muchacha, y le propuso al novio un concurso de baile y de bebida. Huathiacuri fue a solicitar consejo a su padre y el viejo le dijo que aceptara el reto y que volviera a él. Paricaca, entonces, lo envió a una montaña donde lo convirtió en una llama muerta. A la mañana siguiente, un zorro y una zorra que llevaban una jarra de chicha llegaron hasta él; el zorro llevaba una flauta con muchos caños. Cuando vieron la llama muerta, dejaron sus cosas y fueron hacia ella a darse un banquete, pero Huathiacuri recuperó su forma humana y dio tal grito que asustó a los zorros, apoderándose de la jarra y la flauta, que eran mágicas, y gracias a las cuales batió a su cuñado en el baile y en la bebida.

Su oponente le propuso una nueva prueba, consistente en ver quién estaba más atractivo vestido con trajes de fiesta. Una vez más, la ayuda de Paricaca permitió a Huathiacuri encontrar una piel de león rojo, con la que parecía que llevaba un arco iris alrededor de la cabeza, y volvió a ganar.

La siguiente prueba consistía en ver quién construiría la casa más rápida y mejor hecha. El cuñado utilizó a todos sus hombres, lo que le permitió tener la casa prácticamente terminada, mientras que Huathiacuri todavía estaba echando los cimientos. Nuevamente Paricaca ofreció su sabiduría a Huathiacuri, y le envió la ayuda de animales y aves de todas clases que trabajaron durante la noche, así que por la mañana el edificio estaba acabado, a excepción del tejado. El cuñado tenía muchas llamas para que le trajeran paja para su tejado, pero Huathiacuri ordenó a un animal que se colocara donde pudiera, y que con sus gritos asustara a las llamas, con lo que perdería la paja. Una vez más ganó Huathiacuri.

Fianlamente Paricaca advirtió a Huathiacuri que pusiera fin al conflicto y le pidió al cuñado que viera quién bailaba mejor llevando una camisa azul con algodón blanco alrededor de la espalda. El rico hombre, como era costumbre, apareció primero, pero cuando Huathiacuri llegó hizo un fuerte ruido que le asustó, empezó a correr, y Huathiacuri lo convirtió en ciervo. Su esposa, que lo había seguido, se convirtió en piedra, con la cabeza en el suelo y los pies en el aire, porque le había dado a su marido un mal consejo. En aquel momento se abrieron los cuatro huevos restantes de la montaña, y salieron cuatro halcones que se convirtieron en cuatro bravos guerreros, que hicieron muchos milagros, uno de los cuales fue el provocar una tormenta que arrastró en una inundación la casa del indio rico hacia el mar
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jueves, 10 de diciembre de 2009

Leyenda Colombiana "Mirthayú"

Hace muchísimos años el Cacique Tairón, vecino de los Michúes tenía como rutina ofrecer un sacrificio. En uno de ellos, apareció de repente una nube que esparcía rayos de mil colores. Entre más se acercaba, era más fácil distinguir que en su seno iba una mujer muy hermosa. Tairón y su tribu cayeron de rodillas, lanzando exclamaciones y gritos de alegría, pues creyeron que llegaba a ellos el dios a quien le estaban ofreciendo el sacrificio.

La dicha aumentó cuando la deslumbrante dama le entregó a Tairón y a su tribu una tierna niña y las instrucciones precisas para criarla y forjar su futuro. Los Taironas dedicaron toda su atención y esmero a la crianza de esta hermosa criatura y por nombre le pusieron Mirthayú y la eligieron como su única reina.

Mirthayú se convirtió en la adoración de los Michúes por su belleza, personalidad y el amor que manifestaba hacia su tribu. Pero un día llegó un gigante llamado Matambo, que se encargó de sembrar el terror en la tribu de los Taironas. Ellos, ante aquella amenaza, recurrieron presurosos a su reina y le suplicaron que interviniera ante el inminente peligro.

Mirthayú se enfrento al gigante y éste al verla quedo hipnotizado por su belleza. Entonces, inclinó reverente su cabeza ante la reina y le pidió disculpas por el atropello que estaba cometiendo contra los suyos. Así todo volvió a quedar en paz armonía.

Entre Mirthayú y Matambo nació una amistad que después se convirtió en amor. Juntos resolvieron viajar al macizo colombiano, guiados por el hilo brillante formado por las aguas del rió Guacacalló, hasta llegar a su nacimiento. Al regresar, el gigante tuvo que enfrentarse a la tribu de los valientes Michúes, quienes se opusieron a que Matambo cruzara por sus predios.

Para evitar que algo le pasara a su amada, Matambo le pidió que se alejara hacia los cerros del oriente para que desde allí observara su triunfo o su derrota. Sin embargo, desde lejos, Mirthayú vio como miles de Michúes atacaban a su amado. La pelea terminó cuando el gigante cayó estruendosamente al suelo. Mirthayú desesperada intentó prestarle ayuda y le pidió apoyo a su jefe Tairón, pero todo fue en vano.

La reina recurrió a los hechiceros para que le devolvieran la vida a su amado, pero ellos nada pudieron hacer. Recorrió los senderos en busca de auxilio y arrancó su rubia cabellera, el viento se la arrebató de las manos y la esparció por la zona cercana dando origen a los farallones y altares que hoy se observan al llegar al municipio de Gigante, en el Huila.

Mirthayú desfalleciente y de rodillas pidió protección a Tairón y a sus dioses y cuando menos lo esperaba se aproximó una nube de colores de la que descendió su madre. Ésta la tomó entre sus brazos, limpió sus lágrimas y la acompañó en su llanto. Pero Mirthayú se desplomó sobre el suelo y murió.

La reina pronto entregó su alma al creador del universo. La cabeza de Mithayú quedó hacia el oriente, los pies sobre el río Guacacallo, la mirada prolongada al infinito y los senos desnudos y desafiantes, como dos pirámides enfrentadas al sol. Hoy, después de muchos años, Mirthayú y Matambo están convertidos en dos enormes rocas encantadas, visibles desde la carretera central del Huila. Ella con sus atractivos "senos de reina" y él con la perfección de su perfil, ambos mirando hacia el cielo

domingo, 6 de diciembre de 2009

Leyenda Colombiana "Pata Sola"

Habita entre la maraña espesa de la selva virgen, en las cumbres de la llanura. Con la única pata que tiene avanza con rapidez asombrosa. Es el endriago más temido por colonos, mineros, cazadores, caminantes, agricultores y leñadores.

Algunos aventureros dicen que es una mujer bellísima que los llama y los atrae para enamorarlos, pero avanza hacía la oscuridad del bosque a donde los va conduciendo con sus miradas lascivas, hasta transformarse en una mujer horrible con ojos de fuego, boca desproporcionada de donde asoman unos dientes de felino y una cabellera corta y despeinada que cae sobre el rostro para ocultar su fealdad.

En otras ocasiones, oyen los lamentos de una mujer extraviada; la gritan para auxiliarla, pero los quejidos van tornándose más lastimeros a medida que avanza hacia la víctima y cuando ya está muy cerca, se convierte en una fiera que se lanza sobre la persona, le chupa la sangre y termina triturándola con sus agudos colmillos.

La defensa de cualquier persona que la vea, consiste en rodearse de animales domésticos, aunque advierten que le superan los perros, calificándolos a todos como animales "benditos".

Se dice que este personaje fue inventado por los hombres celosos para asustar a sus esposas infieles, infundirles terror y al mismo tiempo, reconocer las bondades de la selva. Cuentan que en cierta región del Tolima Grande, un arrendatario tenía como esposa una mujer muy linda y en ella tuvo tres hijos.

El dueño de la hacienda deseaba conseguirse una consorte y llamó a uno de los vaqueros de más confianza para decirle: "...vete a la quebrada y escoje entre las lavanderas la mejor; luego me dices quién es y cómo es...". El hombre se fue, las observó a todas detenidamente, al instante distinguió a la esposa de un vaquero compañero y amigo, que fuera de ser la más joven, era la más hermosa. El vaquero regresó a darle al patrón la filiación y demás datos sobre la mejor.

Cuando llegó el tiempo de las "vaquerías", el esposo de la bella relató al vaquero emisario sus tristezas, se quejó de su esposa, pues la notaba fría, menos cariñosa y ya no le arreglaba la ropa con la misma asiduidad de antes; vivía de mal genio, era déspota desde hacía algunos días hasta la fecha. Le confesó que le provocaba irse lejos, pero le daba pesar con sus hijitos.

El vaquero sabedor del secreto, compadecido de la situación de su amigo, le contó lo del patrón, advirtiendo no tener él ninguna culpabilidad.

El entristecido y traicionado esposo le dio las gracias a su compañero por su franqueza y se fue a cavilar a solas sobre el asunto y se decía: "...si yo pudiera convencerme de que mi mujer me engaña con el patrón, que me perdone Dios, porque no respondo de lo que suceda...". Luego planeó una prueba y se dirigió a su vivienda. Allí le contó a su esposa que se iba para el pueblo porque su patrón lo mandaba por la correspondencia; que no regresaba esa noche. Se despidió de beso y acarició a sus hijos. A galope tendido salió por diversos lugares para matar el tiempo. Llegó a la cantina y apuró unos tragos de aguardiente. A eso de las nueve de la noche se fue a pie por entre el monte y los deshechos a espiar a su mujer.

Serían ya como las diez de la noche, cuando la mujer, viendo que el marido no llegaba, se fue para la hacienda en busca de su patrón. El marido, cuando vio que la mujer se dirigía por el camino que va al hato, salió del escondite, llegó a la casa, encontró a los niños dormidos y se acostó. Como a la madrugada llegó la infiel muy tranquila y serena. El esposo le dijo: De donde vienes?. Ella con desenfado le contestó: de lavar unas ropitas. De noche???, corto el marido.

A los pocos días, el burlado esposo inventó un nuevo viaje. Montó en su caballo, dio varias vueltas por un potrero y luego lo guardó en una pesebrera vecina. Ya de noche, se vino a pie para esconderse en la platanera que quedaba frente a su rancho. Esa noche la mujer no salió pero llegó el patrón a visitarla. Cuando el rico hacendado llegó a la puerta, la mujer salió a recibirlo y se arrojó en sus brazos besándolo y acariciándolo.

El enfurecido esposo que estaba viendo todo, brincó con la peinilla en alto y sin dar tiempo al enamorado de librarse del lance, le cortó la cabeza de un solo machetazo. La mujer, entre sorprendida y horrorizada quiso salir huyendo, pero el energúmeno marido le asestó tremendo peinillazo al cuadril que le bajo la pierna como si fuera la rama de un árbol. Ambos murieron casi a la misma hora.Al vaquero le sentenciaron a cárcel, pero cuando salió al poco tiempo, volvió por los tres muchachitos y le prendió fuego a la casa.

Las personas aseguran haberla visto saltando en una sola pata, por sierras, cañadas y caminos, destilando sangre y lanzando gritos lastimeros. Es el alma en pena de la mujer infiel que vaga por montes, valles y llanuras, que deshonró a sus hijos y no supo respetar a su esposo

viernes, 4 de diciembre de 2009

Leyenda Colombiana "La Muelona"

Dicen que es una mujer bonita de largos cabellos, ojos electrizantes, una dentadura como de fiera que destroza fácilmente lo mismo a un ser humano que a una vaca o un caballo. Como la dentadura la exhibe siempre, parece que estuviera continuamente riéndose. Prorrumpe unas carcajadas estridentes y destempladas, haciendo estremecer la zona donde se halle.

Las horas preferidas para salir a los caminos son: de las seis de la tarde a las nueve de la noche. A los caminantes se les aparece a la orilla del sendero o contra los troncos de los árboles añosos, a manera de una mujer muy atractiva y seductora, pero que al estar unidos en estrecho abrazo, los tritura ferozmente.

Casi siempre persigue a los jugadores empedernidos, a los infieles, alcohólicos, perversos y adúlteros. Los campesinos dicen que los hogares que se libran de ella, son los que tienen niños recién nacidos o mujeres que van a ser madres.

Cuentan los cronistas que en la época de la Colonia se diseminaron por el país las mujeres españolas, que aunque muchas eran buenas, el resto era de pésimos antecedentes. Algunas de estilo gitano eran perversas, corruptoras que ocasionaron perjuicios lamentables a familias modestas, engañando niñas inocentes y arruinando a hombres que poseían cuantiosas fortunas.

Una de ellas, "la Maga" estableció su negocio resolviendo consultas amorosas, arreglando, o mejor, desbaratando matrimonios, echando el naipe, leyendo las líneas de la mano, en fin, todo lo que fueran artimañas. Cuando conoció mucha gente y tenía mucha clientela, ensanchó el negocio con una casa de diversión; allí conquistaba cándidas palomas y limpiaba el bolsillo de altos representantes del rey de España, no dejando de lado "los criollos" más adinerados.

La suma de atrocidades cometidas por la pérfida mujer fueron incontables. Ella enseñó a las jóvenes a evitar la maternidad; cayó la ruina en centenares de hogares; se agotaron ingentes fortunas y vino como consecuencia la depravación, las enfermedades venéreas y esposas abandonadas.

Cuando murió la disoluta "maga", la casa se llenó de un olor nauseabundo, hasta el punto de tener que abandonarla de inmediato.

Una de las mujeres preferidas por la muerta se arriesgó a quedarse aquella noche para recoger algunos utensilio, trajes y joyas. Apenas apagó la bujía para acostarse, una bandada de vampiros invadió la estancia y una voz cavernosa se oyó en el dormitorio: "...tengo que vengarme de los hombres jugadores y perniciosos! malditos!, !de las mujeres livianas y descocadas! !estarán conmigo en el infierno!,! soy la muelona!..."

La indefensa mujer no podía prender el candil porque el aleteo de los quirópteros apagaban la yesca, a la vez que le azotaban la cara. Ya desesperada y horrorizada salió gateando a la calle para contar alarmada lo que acababa de presenciar.

Las autoridades tuvieron que prender fuego a la casa maldita para dar paz y tranquilidad a los vecinos quienes vivían inquietos y mortificados con aquella casa de escándalos y vicios.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Leyenda Colombiana "La Madre Monte"

Los campesinos y leñadores que la han visto, dicen que es una señora corpulenta, elegante, vestida de hojas frescas y musgo verde, con un sombrero cubierto de hojas y plumas verdes. No se le puede apreciar el rostro porque el sombrero la opaca. Hay mucha gente que conoce sus gritos o bramidos en noches oscuras y de tempestad peligrosa. Vive en sitios enmarañados, con árboles frondosos, alejada del ruido de la civilización y en los bosques cálidos, con animales dañinos.

Los campesinos cuentan que cuando la Madremonte se baña en las cabeceras de los ríos, estos se enturbian y se desbordan, causan inundaciones, borrascas fuertes, que ocasionan daños espantosos.

Castiga a los que invaden sus terrenos y pelean por linderos; a los perjuros, a los perversos, a los esposos infieles y a los vagabundos. Maldice con plagas los ganados de los propietarios que usurpan terrenos ajenos o cortan los alambrados de los colindantes. A los que andan en malos pasos, les hace ver una montaña inasequible e impenetrable, o una maraña de juncos o de arbustos difíciles de dar paso, borrándoles el camino y sintiendo un mareo del que no se despiertan sino después de unas horas, convenciéndose de no haber sido más que una alucinación, una vez que el camino que han trasegado ha sido el mismo.

El mito es conocido en Brasil, Argentina y Paraguay con nombres como: Madreselva, Fantasma del monte y Madre de los cerros.

Dicen que para librarse de las acometidas de la Madremonte es conveniente ir fumando un tabaco o con un bejuco de adorote amarrado a la cintura. Es también conveniente llevar pepas de cavalonnga en el bolsillo o una vara recién cortada de cordoncillo de guayacán; sirve así mismo, para el caso, portar escapularios y medallas benditas o ir rezando la oración de San Isidro Labrador, abogado de los montes y de los aserríos.