jueves, 1 de julio de 2010

La leyenda de la Hidra

En la mitología griega, la Hidra de Lerna era una criatura similar a una serpiente. Esta bestia acuática poseía numerosas cabezas –diversos poetas afirman que tenía tantas cabezas que tornaba imposible la tarea de cualquier pintor que quisiera retratarla–. Además, contaba con una respiración venenosa que la hacía aun más peligrosa.

La Hidra de Lerna fue aniquilada por Hércules durante uno de sus doce trabajos. Su guarida era el lago homónimo, situado en el Argolid. Aunque se especuló que tal sitio habría existido en la Antigüedad Clásica, la arqueología ha desmentido el mito de que este sitio sagrado era incluso más antiguo que la ciudad de Mecenas, en Argos.

Cuenta la leyenda que debajo de las aguas de Argolid existía una entrada al mundo subterráneo, y que la Hidra era su guardiana.

Este animal fabuloso descendía de Tifón, Equidna y –según Hesíodo, en su Teogoníade la Diosa de la Tierra, Gea. Se decía que la Hidra era hermana de Quimera y del Cancerbero.

Al llegar al pantano cerca del lago Lerna, sitio donde moraba la Hidra, Hércules cubrió su boca y su nariz con un paño –para protegerse de los humos venenosos– y tiró flechas de fuego para sacar a la bestia de su madriguera. La enfrentó con hoz en mano y la mató, tal como figura en algunas pinturas arcaicas.

Se ha precisado que esta criatura se veía favorecida por una reacción biológica: cada vez que una de sus cabezas era cortada, surgían dos más en su lugar. Esta cualidad era la expresión más acabada de la desesperación que generaba en cualquiera de sus adversarios, aunque no en Hércules.

Los detalles del enfrentamiento fueron narrados por Apolodoro. Cuando Hércules se convenció de que no podría derrotar a la Hidra valiéndose de métodos convencionales, pidió ayuda a su sobrino. Éste le propuso la idea –probablemente inspirada por Palas Atenea– de utilizar trapos ardientes para quemar los cuellos decapitados después de cada cercenamiento. Entonces Hércules se dedicó a cortar cada una de las cabezas de la Hidra mientras su sobrino quemaba los cuellos degollados y sangrantes.

Así, Hércules se enfrentó a la última cabeza, la principal e “inmortal” cabeza de la Hidra, aplastándola debajo de una gran roca que existía en el camino sagrado situado entre Lerna y Elea.

Sumergiendo sus flechas en la sangre venenosa de la Hidra, completó su segunda tarea.

Una continuación de la leyenda indica que luego de cortar cada una de las cabezas de la Hidra, Hércules bañó su espada en la sangre ponzoñosa y después quemó las cabezas caídas para que no pudiesen volver a crecer.


La leyenda del Fauno

Fauno es un dios romano pastoral: cuida el ganado y los campos, y habita en el bosque. Es el dios Pan para los Griegos y también es conocido como Lupercus, literalmente el que protege del lobo, pues se dice protege el ganado de los lobos. Tiene piernas, pies y cuernos de macho cabrío y largas orejas vellosas.

Nació en Arcadia y al verlo Mercurio lo envolvió en una piel y se lo llevó al cielo para divertimento de los dioses, a cambio lo hizo inmortal.

En su juventud se enamoró de la ninfa Sírinx, pero esta no le correspondía. Estaba persiguiéndola junto al río Ladón, mas cuando iba a atraparla, los dioses se compadecieron de la ninfa y la transformaron en caña. Pan quedó desolado. En su desolación cortó unos tallos de caña desiguales, los unió lateralmente y compuso con ellos la flauta conocida como caramillo. Con esta flauta compuso preciosas melodías, que acompañaba con su voz, tan hermosa como feo su cuerpo.

Vivía en el bosque continuamente rodeado de ninfas que acudían a escuchar su música. Con el tiempo se enamoró de la nifa Pitis y esta le correspondía, pero Boreas también quería a la ninfa. Al verse rechazado y menospreciado a cambio de semejante personaje grotesco, en un arranque de celos Boreas tiró a Pitis por un acantilado. Los dioses transformaron a Pitis en pino, árbol que fue consagrado a Pan.

Después de tanto amargo abatar amoroso, Pan se marchó con Baco a la guerra de la India, donde demostró su inteligencia con la táctica militar.

Ya en la antigüedad, y posteriormente, se ha confundido a Pan o Fauno con los Sátiros o los Silvanos, moradores de los bosques, alocados, maliciosos y temidos por las pastoras.