jueves, 10 de junio de 2010

Leyenda catalana de las Cuatro Barras


Reinaba en Francia Carlos I cuando invadierón el país de los normandos.

El emperador envio a su sobrino Vilfredo el Velloso, conde de Barcelona, una carta, en la que le pedía que acudiera en su ayuda con sus guerreros.

El conde se puso en camino inmediatamente con sus tropas y entró en la batalla, batiendo a los normandos que se retirarón vencidos.

Una flecha se hincó en el pecho de Vilfredo, junto al corazón. Fue retirado a una tienda, donde le visitó el emperador.

Quiso el tío recompensar al sobrino por su hazaña dándole riquezas y bienes, éste rehusó toda recompensa, doliéndose únicamente de que, a pesar de las muchas victorias que había obtenido en las diversas batallas que había tomado parte, su escudo de armas era liso: campo de oro, sin insignia ninguna que revelera sus muchas gestas.

El emperador Carlos, mojó en la herida de Vilfredo los cuatro dedos de su mano derecha y los pasó por el escudo, marcando en él las cuatro barras con sangre que adornan el escudo de Cataluña y Aragón.

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