Las sirenas eran mujeres, con cuerpo de pájaro, criaturas parecidas a las arpías (mitad aves, mitad mujeres). Al cantar, parecían ser hermosas doncellas, pero los que sucumbían ante su encanto, pronto averiguaban su verdadera naturaleza.
Según la leyenda, las sirenas habían sido compañeras de Perséfone antes de ser raptadas por Hades, como no consiguieron salvarla, la diosa las transformó como castigo en estas extrañas criaturas. El canto de las sirenas anunciaban de forma engañosa los placeres del mundo subterráneo, pero también, tenían poderes proféticos.
Las sirenas vivían en la isla de Artemisa, en donde yacían los huesos de los marineros que habían sido atraídos por sus deliciosos cantos. Jasón y los Argonautas antes que Odiseo (Ulises) habían sobrevivido al canto de las sirenas, pero porque Orfeo, el bardo, ahogó el canto con su lira.
De igual manera, Odiseo (Ulises), hombre de gran imaginación, cuando se iban acercando a la isla temida, por consejo de Circe, ordenó a sus hombres que se taparan los oídos con cera, y él que no podía con la curiosidad de escucharlas, se hizo amarrar al mástil, con orden de que pasara lo que pasara, no lo desataran. Al escuchar los cantos de las sirenas quiso soltarse pero sus compañeros no se lo permitieron. Cuenta la leyenda, que las sirenas devastadas por su fracaso, se lanzaron al mar y murieron ahogadas.
Por lo visto, podían incluso volar. Aunque también es bastante probable que al verlas saltar desde los más elevados arrecifes para zambullirse en el agua, los marineros les confirieran ese poder. Las sirenas de la mitología homérica eran tres hermanas, hijas del río Aqueloo y la musa Calíope: Lidia tocaba la flauta, Parténope, la lira y Leucosia leía y cantaba versos. Aunque forma parte de la mitología debemos de admitir la fecunda imaginación de Homero y la belleza de la historia.
En el transcurso de los tiempos con el descubrimiento de América, y con los viajes transoceánicos empezaron de nuevo leyendas de mujeres mitad mujer y mitad pez, esta versión por la cercania en el tiempo es la mas conocida. Hasta aquí hemos hablado de leyendas y mitologías. ¿Pero de dónde surgen todas estas creencias? Pues de casos reales, de marineros que las describieron y que dieron lugar a la fábula. Varias pinturas y escritos recogen que cuando Cristóbal Colón llegó a América, tres sirenas le dieron la bienvenida.
El descubridor contempló que eran mudas y no muy agraciadas, por lo que dictaminó: "parecen añorar Grecia". Poco se ha hablado de este encuentro y se ha intentado racionalizar diciendo que se trataba de manatíes, unos mamíferos marinos que habitan en aquellas aguas. De hecho, en más de una ocasión se ha desmitificado a las sirenas diciendo que eran confundidas con este tipo de animales de mar.
Pero la teoría se desmonta cuando se descubre que en Europa no existen manatíes, amén de que resulta difícil que un marinero describa como una bella mujer a un peludo mamífero.
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