La leyenda cuenta que, huyendo de sus perseguidores, Ponç llegó a Barcelona y que, al ver tanta miseria y enfermedades entre la población local, se puso a preparar pócimas con hierbas medicinales que conocía bien, para aliviar los dolores de la población. Esto le hizo ganar el respeto y la admiración de muchos barceloneses que a partir de ese momento comenzaron a celebrar una feria de hierbas en su honor.
Los primeros conocimientos de la feria datan del siglo XVI, aunque algunos historiadores creen que su origen podría remontarse a la fiestas paganas en honor a la diosa Flora, pero ya en el año 1817 sabemos que a las siete de la mañana el sacerdote bendecía las hierbas destinadas a la salud de los enfermos; muy probablemente que se trataba de las hierbas que por diversas fiestas solían venderse en las entradas de las iglesias, sin llegar a constituir una feria. El Sarrabal de Barcelona publicado en 1835 no habla para nada de la feria. El dato más antigua que nos es conocida se refiere al 1874 y parece que era más de flores que no de hierbas medicinales. La feria se extendía desde la Rambla hasta más allá de la calle Pedró. Al ser trasladada la vieja iglesia del Hospital de la Santa Creu i de Sant Pau, se ha encargado la bendición de las hierbas a la iglesia de Sant Agustí, sita en la misma calle Hospital.
Sant Ponç es abogado contra las chinches y otros parásitos que mortifican al hombre. Este patrocinio le viene de su martirio, repugnante de explicar. Desde tiempos antiguos, que la Iglesia bendecía rosas, que la gente colgaba del cabezal de la cama, o bien las tiraba abajo de ella, creían de esta manera que el santo repelería a los parásitos que pudieran haber y que no dejaría anidar en ella. Todavía hoy hay quien tira debajo de la cama hierbas bendecidas que compro en esta feria, para que guarde la casa de parásitos repulsivos. Se cree también que se pueden alejar los parásitos de la casa, por todo un año, si el día de San Ponç se limpia muy bien la casa y los muebles.
Las hojas de rosas recogidas por Sant Ponç, que según la tradición son las primeras eran utilizadas para dar olor a la ropa, también se usaban manzanas que se ponían dentro de las cajas y las cajoneras del interior de los armarios. Una versión de la tradición dice que los chinches se comieron el cerebro del Santo y de ahí que se la invoque a este santo, para aliviar el dolor de cabeza.
Los primeros conocimientos de la feria datan del siglo XVI, aunque algunos historiadores creen que su origen podría remontarse a la fiestas paganas en honor a la diosa Flora, pero ya en el año 1817 sabemos que a las siete de la mañana el sacerdote bendecía las hierbas destinadas a la salud de los enfermos; muy probablemente que se trataba de las hierbas que por diversas fiestas solían venderse en las entradas de las iglesias, sin llegar a constituir una feria. El Sarrabal de Barcelona publicado en 1835 no habla para nada de la feria. El dato más antigua que nos es conocida se refiere al 1874 y parece que era más de flores que no de hierbas medicinales. La feria se extendía desde la Rambla hasta más allá de la calle Pedró. Al ser trasladada la vieja iglesia del Hospital de la Santa Creu i de Sant Pau, se ha encargado la bendición de las hierbas a la iglesia de Sant Agustí, sita en la misma calle Hospital.
Sant Ponç es abogado contra las chinches y otros parásitos que mortifican al hombre. Este patrocinio le viene de su martirio, repugnante de explicar. Desde tiempos antiguos, que la Iglesia bendecía rosas, que la gente colgaba del cabezal de la cama, o bien las tiraba abajo de ella, creían de esta manera que el santo repelería a los parásitos que pudieran haber y que no dejaría anidar en ella. Todavía hoy hay quien tira debajo de la cama hierbas bendecidas que compro en esta feria, para que guarde la casa de parásitos repulsivos. Se cree también que se pueden alejar los parásitos de la casa, por todo un año, si el día de San Ponç se limpia muy bien la casa y los muebles.
Las hojas de rosas recogidas por Sant Ponç, que según la tradición son las primeras eran utilizadas para dar olor a la ropa, también se usaban manzanas que se ponían dentro de las cajas y las cajoneras del interior de los armarios. Una versión de la tradición dice que los chinches se comieron el cerebro del Santo y de ahí que se la invoque a este santo, para aliviar el dolor de cabeza.
La Feria de Sant Ponç
La Feria de Sant Ponç es, quizás, una de las ferias más antiguas celebradas en Cataluña, que cada primavera nos regala toda clase de hierbas medicinales, así como remedios naturales y culinarios. Alrededor del 11 de mayo, para Sant Ponç, las calles de pueblos y ciudades se llenan de paradas donde mostrar los mejores productos de la tierra y artesanos, además de la gastronomía típica de la región.
Hierbas aromáticas, esencias, infusiones, ungüentos botánicos... un gran escaparate de remedios para curar distintos males. La ruda, el tomillo, el romero, la manzanilla o el laurel son algunas de las especies protagonistas de este día, además de otros alimentos, todos ellos, elaborados de una forma artesanal, como pasteles o almíbares. Confitura, miel, mermelada, chocolate y dulces llenan las paradas de productos tradicionales.
También podemos encontrar un gran surtido de alimentos representativos de la comida catalana: quesos, el típico mató recién hecho, embutidos... además, en los últimos años y siguiendo las nuevas tendencias, se han incorporado todo tipo de productos ecológicos, 100% naturales sin conservantes ni colorantes.
También podemos encontrar un gran surtido de alimentos representativos de la comida catalana: quesos, el típico mató recién hecho, embutidos... además, en los últimos años y siguiendo las nuevas tendencias, se han incorporado todo tipo de productos ecológicos, 100% naturales sin conservantes ni colorantes.
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